Blog informativo del sector agua potable y saneamiento de Venezuela

martes, 29 de abril de 2014

La última oportunidad







Hoy deberíamos caminar en silencio, detener todos los motores para escuchar la respiración de nuestra Madre Tierra. Seguro que el viento, el canto de las aves, el tronar del mar sería lo único que se dejaría oír por encima del silencio y podríamos todos los humanos del planeta por un momento escuchar la voz que desde adentro nos habla.

El Día Mundial de la Madre Tierra debe servirnos para comprender que habitamos el mundo, que sólo lo habitamos, que no podemos seguir horadando ciegamente la diminuta partícula de materia que nos transporta vertiginosamente por el cosmos.

Ensuciamos el agua que bebemos, envenenamos la tierra que cultivamos y llevamos a nuestros labios y los de nuestros hijos alimentos cargados de sustancias nocivas que mañana harán de nosotros y de nuestros hijos enfermos irrecuperables.

Profanamos el cuerpo de la Madre Tierra, permitiéndonos conductas que jamás nuestros ancestros se hubieran aceptado a si mismos; nuestros antepasados, a los que desde la arrogancia contemporánea llamamos primitivos...

La Madre Tierra, nuestra bondadosa dadora de vida está herida, siguen  voraces destruyéndola, aún por encima de la advertencias que a diario colman los periódicos. Sordas frente a todo argumento las potencias caminan hacia el abismo inexorable queriendo arrastrarnos con ellas hasta el fondo.

Sin embargo, miles de millones de seres humanos alrededor del mundo se resisten a ser conducidos pasivamente hacia la destrucción total por las apetencias de poder y dinero de los grandes consorcios transnacionales.

Son muchos ya los que han comprendido las dramáticas dimensiones que han alcanzado los niveles de contaminación de las aguas, de los suelos, del aire y los océanos. Somos millones de personas que hemos entendido, que por encima de toda diferencia que pueda separarnos hay un destino común que nos une y que de la salud de la Madre Tierra depende nuestra permanencia como especie sobre este planeta.

Disminuir las emisiones de gases que afectan la capa de ozono y que inciden sobre el calentamiento global, erradicar el uso de transgénicos y  pesticidas, reducir la contaminación de las aguas, detener la destrucción de bosques y selvas donde habitan especies vegetales y animales que pueden contribuir a la cura de enfermedades que azotan a tantas personas.

Está en nuestras manos acabar con el hambre, haciendo uso racional de los alimentos, cuyo volumen es es capaz  de atender las necesidades alimentarias de la humanidad, a través de una distribución planificada, para detener la muerte de millones de niños que ha diario perecen a causa de la codicia  de algunos pocos que concentran en sus manos tanto poder.

Cuando hablamos de la Madre Tierra hablamos de nosotros mismos, sabemos de nuestra dependencia hacia ella; somos la única especie consciente de su propia existencia y de su finitud. Muchas de las angustias que aquejan al ser humano en la actualidad, tienen su origen en la evidente necesidad de poner fin a la irracionalidad que nos ha llevado hasta el borde.

Son todavía muy poderosas las fuerzas que se resisten al cambio que exigen sectores cada vez más amplios de la población mundial. Saben que para detener la destrucción hay que cambiar el modelo de desarrollo. Para salvarnos, para salvar a la Madre Tierra nuestra última oportunidad es cambiar el Sistema. 

Marco Aurelio Rodríguez /Prensa Hidroven

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